LO NORMAL ES ALGO RELATIVO.
Lo cotidiano en la araña a la mosca le parece el caos.....
Morticia Addams.
Algunas organizaciones se forman en el “arte” de cómo “machacar” la
excelencia profesional.
Probablemente en su empresa habrá empleados de gran valor que brillan con
luz propia, pero que también se ven envueltos en ambientes insoportables
propiciados por profesionales excelentes de los conviene prescindir, aunque
aparentemente jamás causen problemas “a
priori”, pero que son capaces de
crear conflictos tóxicos y latentes en el tiempo.
Las organizaciones que deciden despedir a los empleados valiosos que son un motor creativo pero que les salpica la envidia persecutoria y la
mediocridad del mal ajeno, o van contra sus principios y valores, se
resienten poniendo en riesgo su marca, suelen salir perjudicadas, y pierden credibilidad.
En el caso de los mediocres –los que son se creen necesarios y provocan conflictos– lo más sensato es tratar de identificarlos, coincide
que esos empleados resultan ser caros para la organización desprenderse de ellos, y no por miedo a que se vayan a la competencia donde intoxicarían
en su línea esto resultaría aún más beneficioso para la compañía.
Por supuesto, no actuar como si se fuesen imprescindibles esto no existe,
todo el mundo es prescindible aunque no
en el mismo grado de excelencia esto tiene que ver con el valor la calidad y la productividad, lo que
se percibe se siente y se trasmite.
La automotivación será su mejor aliado,
creer en sus posibilidades y detectar las amenazas.
Ante los primeros atisbos de
conductas semejantes, la empresa debería
tomar medidas evitando las situaciones que dependan de mediocres.
En todo caso, la organización debe hacer
todo lo posible para que los profesionales de alto desempeño estén a gusto en la organización, crean en el proyecto y estén comprometidos.
Algunas compañías son incapaces de
entender esto ¿cómo se puede machacar a los
buenos empleados y generar fórmulas
magistrales para que los mejores quieran irse? Existen y se utilizan.
Se trata de modelos de argucias
denigrantes que chirrían y mucho.
La razón número uno por la que los empleados más valiosos abandonan una
organización es el posible “moobing” ascendente transversal o descendente que
sufren.
Se trata de entornos laborales en
los que se tiende a promocionar al incompetente.
Uno de los grandes pecados de ciertas compañías es promocionar a las personas con peor rendimiento, y machacar a los
que suelen sacar las castañas del fuego para esto sirven las actuales
evaluaciones del desempeño.
En estas organizaciones se tiende a
dar más responsabilidad a quienes
trabajan peor: al final se cargan la organización, y los que se escaquean
viven cómodamente.
No es extraño que
los buenos profesionales se hundan en aquellos ambientes laborales, en los que
prosperan los parásitos emocionales, que encuentran una forma de vivir
tranquilos, sin trabajar o, mejor dicho, trabajando en agradar a sus jefes,
aparentando estar en el lugar adecuado en el momento preciso y con una
habilidad extraordinaria para esquivar tareas y funciones delicadas y
expuestas.
En este caldo de cultivo para la
mediocridad suele ser fácil decir lo que a uno le place para quedar bien y
salir de un apuro, sin pensar en si es factible, realista o encaja.
También implica romper promesas
por insignificantes que puedan parecerle a quien las incumple.
Los sistemas de calidad y
estandarización de procesos los ponen a un nivel medio que suele ser el
comportamiento esperado. "se trata de un incentivo negativo para aquellos
que tienen un alto desempeño y capacidades superiores. Les invita a comportarse
como la media, y esto va en contra de las personas excelentes.
También es un error sobrevalorar a l@s calientasillas: esto
es propio de ciertas organizaciones y determinados entornos laborales que
permiten ser improductiv@s y que hace que prosperen aquell@s que se empeñan en quedarse fuera de la jornada laboral,
porque creen que así son mejores profesionales. El valor de la presencia fuera
de dicha jornada no tiene que ver con la profesionalidad, esta se mide por eficacia,
eficiencia y diligencia.
Las personas más capaces también aborrecen aquellas organizaciones que no
son capaces de expresar lo que hacen y así dar valor a su trabajo. Será que no
se enorgullecen de él o que lo ocultan por “algo”, el éxito de las direcciones es
el éxito de toda la organización y es imprescindible valorar a todos y cada
uno.
Los sistemas de promoción, retos y carrera profesional tienen asimismo un
impacto muy positivo.
Por lo que se refiere a las
oportunidades y al desarrollo profesional, aquellas organizaciones que generan
modelos de formación genéricos motivan el talento de las personas.
La jerarquía: no está reñida con la
creatividad, las personas con alto desempeño lo son en organizaciones bien alineadas
trabajando en equipo y con un mismo enfoque y objetivo, misión visión y
valores, que por su puesto favorecen la creatividad y la asunción de riesgos.
La obediencia debida y la organización rígida y mediocre son cortapisas para
l@s profesionales excelentes.
Autora:Elena Ortés coach saniitaria ,experta en gerontología 2017